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245 0 0 _aPorfirio Díaz :
_bEl Centenario /
_cuna serie de Enrique Krauze.
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490 1 _aClío Historia para todos
505 0 _gCapítulo 1.
_tEl hombre de Oaxaca /
_rrealización Alejandro Gerber Bicecci --
_gCapítulo 2.
_tPaz, orden y progreso /
_rrealización: Juan Prieto --
_gCapítulo 3.
_tLa vida en tiempos de don Porfirio /
_rrealización: Juan Prieto --
_gCapítulo 4.
_tLas artes y las letras en tiempos porfirianos /
_rrealización: Alejandro Gerber Bicecci --
_gCapítulo 5.
_tEl destierro interminable /
_rrealización: Juan Prieto.
520 1 _aCapítulo 1. Al llegar a la presidencia de la república en 1876, el general Porfirio Díaz contaba con un recurso que muy pocos tenían: el vasto conocimiento que tenía del país, producto de su notable participación en la revolución de Ayutla y en las guerras sucesivas de Reforma y de Intervención. Además de dicho conocimiento militar y político, Díaz había acumulado una sabiduría empírica basada en su trato constante con mexicanos de todas las regiones y de las más diversas condiciones sociales. La ardua formación personal del general oaxaqueño, así como la manera en que el tiempo forjó su talento de gobernante son los temas centrales de este programa.
520 1 _aCapítulo 2. Durante más de tres décadas Porfirio Díaz intentó mejorar las condiciones de ese México empobrecido, inestable y violento que empezó a gobernar en 1876. De esta forma se aseguró de mantener la paz que faltaba al desarrollo de México, ya mediante la conciliación con los enemigos o a través de su franca represión. Los gobiernos porfiristas restablecieron también el dañado crédito internacional del país, lo cual abrió las puertas a grandes capitales foráneos que hicieron posible la construcción de ferrocarriles, el resurgimiento de algunas industrias y el nacimiento de un incipiente mercado nacional. Hacia el ocaso del Porfiriato -no obstante- la vieja dictadura no había saldado algunas deudas importantes. Por un lado el notable desarrollo económico no había beneficiado a la gran mayoría de los mexicanos; por el otro las clases medias urbanas -producto de aquel progreso- aspiraban a una libertad política y a unos derechos democráticos que la constitución establecía, pero que simplemente no existían en la práctica.
520 1 _aCapítulo 3. Pese a la expansión del ferrocarril promovida por los gobiernos porfirianos, y no obstante sus esfuerzos por mejorar la situación sanitaria y embellecer los pueblos y ciudades, la situación de la gran mayoría de los mexicanos no dejó de ser mala durante el Porfiriato. El contraste dramático entre la riqueza y la pobreza, y entre la cultura y la ignorancia, no cambió significativamente durante ese periodo. Más allá de la inequidad prevaleciente, los mexicanos de todas las condiciones se relajaron en los espacios de diversión tradicionales (paseos, bailes, fiestas cívicas) y también con los nuevos modos de esparcimiento que se consolidaron en los primeros años del nuevo siglo, con la aparición de los deportes, el cinematógrafo y los viajes de placer por ferrocarril.
520 1 _aCapítulo 4. Entre 1876 y 1911 la cultura y las artes del Porfiriato se expresaron a través de dos modelos atractivos y en cierto sentido opuestos. Por un lado se encontraba el nacionalismo de corte liberal, que alentaba a los escritores y a los artistas a ocuparse de temas mexicanos y a contribuir de esa forma a la consolidación de una identidad nacional. Por el otro se hallaban muchos creadores que se identificaban con las corrientes vanguardistas y cosmopolitas provenientes de Europa, entre los cuales destacaba el movimiento moderno o modernismo. Las dos fuerzas eran poderosas y no admitían una síntesis fácil ni inmediata. Entre la aspiración de rescatar la cultura propia, y el afán de acompañar a las vanguardias modernistas del mundo, el país se entregó a un diálogo que dura hasta nuestros días.
520 1 _aCapítulo 5. En los primeros meses de 1911 la revolución maderista acabó con el régimen del general Porfirio Díaz, que no había dado satisfacción a los reclamos políticos de las clases medias, y que no había remediado tampoco la pésima situación de muchos mexicanos que vivían en el campo. Obligado a abandonar repentinamente el país, don Porfirio se estableció en la capital francesa con su familia y algunos fieles allegados, siempre con la esperanza de regresar a México y de morir en su tierra natal, Oaxaca. Una ilusión que solo perdería con el triunfo de la revolución constitucionalista en agosto de 1914, y su muerte acaecida en París el 2 de julio de 1915.
546 _aEspañol.
521 _aClasificación A para todo público.
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700 1 _aPrieto Molina, Juan
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